Adelaida Zoraida
Pamela vivía en el apartamento 11-42 con su marido y sus tres gatos. El día antes del huracán, la administración le aconsejó bajar al sótano a refugiarse, sin decir que los ascensores no estarían funcionando, y que las escaleras no llegaban al sótano.
A eso de las cinco de la mañana del miércoles de María, Pamela empezó a sentir un miedo intenso. El edificio tambaleaba y la ventana de la cocina estaba que salía volando. Pamela tenía los oídos tapados por la presión y, aún así, escuchaba los llantos de jauría del viento. Despertó a su esposo y le dijo que tenían ya que bajar al sótano, que esto era solo el comienzo del huracán. Al esposo le asustó el espanto de su mujer, y se levantó y metió a los gatos en la casetas. Pamela salía bien rápido del apartamento.
El primer gato lo encontró dormido encima del librero y lo metió en la caseta sin titubeo alguno. El segundo estaba dando brincos detrás de la mesa del comedor y, como el primero, se dejó coger y meter sin jodedera. El tercer gato lo encontró temblando en la bañera y con el anillo de boda ensangrentado por los rasguños, lo metió de últimas en la caseta.
Pamela cargaba el agua y su esposo la caseta de gatos. Caminaron cabizbajos hacia el lobby del piso once. Cuando llegaron al espacio descubierto, una ráfaga de viento de todas las millas por hora se llevó de repente la caseta y la dirigió sin piedad contra las puertas del ascensor. Pamela gritó. El primero gato murió instantáneamente. Mientras la jauría del viento ahogaba su grito, el esposo no pudo más con el tirijala de los gatos y dejó soltar de nuevo la caseta.
Rebotó varias veces: piso, puerta, ascensor, piso, pared. Pamela seguía gritando, abrazando con toda su fuerza el tercer gato que por el cantazo se había escapado de la caseta. El esposo corrió detrás del segundo, que también seguía atrapado en la caseta, pero cuando llegó a las escaleras se sintió resbalar, perdió una chancla y antes de que pudiera rescatarla, sintió sangre en su boca. De reojo vio al tercero rodar hasta al décimo piso, y lo dió por vencido.
Una semana después, en el funeral conmovedor que organizaron los vecinos frente al árbol de goma, apareció el tercer gato cojeando entre los escombros de la escuela pública colindante. Flaquísimo estaba. Lo sacaron de entre los escombros, y lo volvieron a meter en su caseta, pero esta vez, no derramó sangre.
Adelaida Zoraida is a one-woman dictionary of Spanish in the new millennium. She is the author of short stories and poems.